MONTAÑAS DE BASURA MANTIENE A FLOTE A DIEZ FAMILIAS KINCHILEÑAS.

Entre fétidos olores, desperdicios y montañas de basura, pepenadores buscan a diario el sustento económico en el tiradero a cielo abierto que está a las afueras de este municipio, en la carretera a Celestún.

Sin protección y expuestos a cortaduras, picaduras o cualquier tipo de lesión, hombres y mujeres realizan la labor.


Son casi diez familias que dependen de la recoja de plásticos, chatarra, latas, entre otros cachivaches que se encuentran entre los cerros.


María Virginia Molina Chan, de 74 años, en compañía de su hijo José Felipe Molina Chan, de 36, acude todos los días a ver qué sale de la basura de su comunidad.

Doña Virginia, a pesar de su avanzada edad, se apoya de un bastón de madera, y espera la llegada de las camionetas del Ayuntamiento que tiran los residuos sólidos y de esta forma comenzar con la búsqueda de los envases pet.


Su hijo Felipe señala que algunas empresas de la región, como la de la construcción, dejan desde pedazos de maderas hasta fierro.

Para ellos no hay fechas o días especiales, alegan que “chambean” independiente y ajenos a cada administración que pasa.


Felipe es el encargado de prender fuego a lo que ya no “sirve” al retirarse los vendedores que están instalados en la parte de atrás de este vertedero, ya entrada la noche.

Otro pepenador es José Faustino Cua Molina (a) “Caníbal”, quien fue de los primeros en este pueblo en dedicarse a esta actividad. Lleva 33 años en el “negocio” y pese a las dificultades asegura que ya “le ha buscado la vuelta”.


Incluso dijo entre broma que cuando tiene “sed de la mala” sale hasta “pa’ dos o tres chelas”.

Recuerda que empezó su recorrido en calles de este poblado y cuando, años después, se habilitó la zona para depositar los desperdicios que generan de sus casas los vecinos y negocios de Kinchil, ya se concentró en el tiradero.


Autoridades vienen y van, anunciando cada que entran de tener un mejor control y separación de los residuos orgánicos y e inorgánicos, pero todo se queda en promesas de campaña.


 Cuando los cerros de basura se acumulan, una maquinaria despea el camino y sigue acumulándose en el camino.

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