FUERTE OPERATIVO CONTRA INVASORES EN BACALAR.

Tropas de la Policía Militar, Marina, policía Estatal y agentes Ministeriales, se movilizaron en un predio en el Área Natural Protegida de Bacalar, mismo noticiero Aristegui Noticias reveló había sido invadido por gente armada en días pasados.

Militares y policías civiles se movilizan para correr a invasores armados del rancho Monte Águila, aérea natural protegida de Bacalar.


Tropas de la Policía Militar, Marina, policía Estatal y agentes Ministeriales, se movilizaron en un predio en el Área Natural Protegida de Bacalar, mismo noticiero Aristegui Noticias reveló había sido invadido por gente armada en días pasados.


Gustavo Rodríguez Elizarrarás, propietario y es además presidente de la asociación Selva y Laguna Bacalar AC, declaró a este portal de noticias que esta es la segunda ocasión en menos de dos años que este predio es invadido.

La valía de estas tierras se debe a que colindan con “la laguna de los siete colores”.


Trascendió que la invasión, que comenzó a inicios de febrero, fuera encabezada por una persona de nombre Salvador Huicab Aguilar, y quien lidera a un grupo de 40 personas armadas, aunque se dice que quien está detrás de la misma es Juan Osvaldo Morales Correa, quien pidió a la Sedatu le fueran asignadas 174 hectáreas, dentro de las cuales están las 70 de Rodríguez Elizarrarás.


Aunque se reportó el hecho en su momento, las autoridades optaron por no intervenir, al ver la fuerza de este grupo.


Hoy, auxiliados por la Marina, agentes de la Policía Federal acudieron a recuperar en predio y agentes ministeriales colocaron sellos de clausura en el Rancho Monte Águila, donde quedaron ropas colgadas y una olla de frijol en el fuego y mercancía en las rústicas chozas cerca de la carretera 307.

A partir de mediados del siglo pasado que los carnavales meridanos establecieron una organización en desfiles y rutas de presentaciones, las calles, rumbos y suburbios que mantendría el derrotero, el ayuntamiento se hizo cargo de esta organización y los grupos sociales integraron un comité. Esto permitió una mejor presencia y lucimiento posible y, sobre todo, precaución y seguridad.


Su colorido, su intensidad y su calor humano indescriptible lo convierten en el más loco y desenfrenado de los carnavales. La fuerte carga social ha permitido que algunos puntos se destaquen y es siempre notorio que el Barrio de San Sebastián vista el mayor folklore, acompañamiento y participación.


En las últimas décadas del siglo XX, los desfiles marcaron la pauta con vestimentas más exóticas, representativas y eróticas, los grupos de baile y acompañamientos fueron mucho más intensos, producto muy posiblemente del auge de la moda, las nuevas formas de vida y la influencia externa.

Los desfiles de las congas en las que predominan los toques de tambores, quinto, campana y la cornetas (instrumentos distintivo de la conga santiaguera) eran determinantes para hacer patente la fuerza de las festividades y su emotiva capacidad de fuerza social. Los grupos estudiantiles, las agrupaciones sociales y cívicas, los escuelas y centros sociales competían por tener un espacio siempre representativo.


En Mérida, como en el carnaval de La Habana, hay un carnaval infantil, de esta manera, un día de las fiestas se le dedica por completo a los niños. De esta forma podemos encontrar payasos, magos, carrozas y golosinas que se dan cita en el recorrido por el Centro Histórico de la ciudad.


El carnaval es fiesta y tras los eventos hay bailes, venta de bebidas, comida, golosinas, frutas y un sin número de productos, máscaras, disfraces, instrumentos musicales, que marcan siempre, como sucede ahora temas coyunturales, sociales, deportivos, políticos y culturales.

Cabe recordar que la primera invasión se realizó el 27 de julio de 2017 cuando un supuesto grupo paramilitar se apoderó del lugar hasta diciembre del 2018. Una vez que se fueron el propietario volvió a tomar posesión. Sin embargo, personas volvieron a ingresar en diciembre, dejando incluso amenazas contra él. 


Para enero regresaron e incluso expulsaron del sitio a los empleados de Rodríguez Elizarrarás, también con amenazas. Y desde febrero no se han ido de dicho predio.


Otros terrenos vecinos custodiados por guardias de seguridad armados, vestidos de civil y con perros alemanes no fueron molestados.

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